COMO PUEDEN LOS FAMILIARES AYUDAR AL ENFERMO DE ALZAHEIMER
COMPRENDIÉNDOLO
El enfermo con Alzheimer lo que hace no lo hace a propósito, ni por fastidiar; no puede hacerlo mejor. No trate de explicarle las cosas que son normales para nosotros, el enfermo “ha desconectado” porque quizás lo estímulos impuestos le resultan excesivos, le confunden y le asustan.
AYUDÁNDOLO Y VIGILANDO SU HIGIENE Y ALIMENTACION
Cuidar la higiene y el aspecto externo porque una imagen desfavorable lo aislara más de la sociedad.
RESPETÁNDOLO Y NO HUMILLANDOLO
No se ría de sus fallos, no le diga que dice tonterías. Trátele con respeto y con cariño. Si no conseguiremos aumentar su angustia y desorientación.
TRATANDO DE COMUNICAR CON ÉL
VERBALMENTE: Converse con él contándole los acontecimientos del día con frases sencillas y elementales, es importante que mantenga el contacto con la realidad.
AFECTIVAMENTE: Utilice un tono de voz y movimientos suaves, de ternura y cercanía.
ESTIMULANDOLO
Exigirle en la medida de sus posibilidades
Hágale sentirse útil
Déjele hacer las tareas que él pueda hacer aunque para ello tenga que descomponerlas en otras más pequeñas.
OCUPANDOLO
Exigirle en le medida de sus posibilidades.
Hacerle sentirse útil permitiendo que realice aquellas tareas que pueda todavía.
El ejercicio suave, las actividades grupales y recreativas para mejorar los trastornos de conducta y facilitar la integración social.
ACTITUDES CON UN ENFERMO DE ALZHEIMER
Respetar las pequeñas cosas de cada día porque para él pueden ser muy importantes.
No hablar de él ante otras personas
Respetar sus creencias, costumbres y gustos
Expresarle sentimientos de aprecio con palabras afectuosas y con caricias. Estimularle para que demuestre su afecto.
Tener paciencia e intentar disfrutar con los enfermos
Intentar sentir sus emociones y sentimientos
Ser comprensivos y tolerantes, no regañarlos ni avergonzarlos delante de otras personas. No realizar comentarios negativos. Es conveniente agradecerles lo que hacen, no regañarlos ni exigirles lo que no pueden hacer.
Saber escuchar, hablarles a la altura de los ojos; tocarlos, hacer gestos sencillos mientras hablamos y observar las expresiones de su rostro. Antes de hablarles es necesario tocarlos suavemente para advertirles de que les queremos decir algo. Los mensajes deben ser cortos y sencillos y emitirlos de uno en uno. Hablar lentamente y expresar con gestos lo que decimos.
Mantener una rutina es adecuado, cuanto antes se establezca, más fácil resultará que la sigan.
Mantener un tono de voz tranquilo ya que las voces fuertes y estridentes pueden parecerles amenazadoras.
Visitarle en grupos pequeños, por parejas. Los grupos grandes y ruidosos los alteran.
ANA V. GONZÁLEZ TOLEDO